Antonio Díaz y su hijo se especializaron en la artesanía de Taramundi.
Antonio Díaz hijo, sigue fiel a la industria tradicional de cuchillería, que constituye la enseña de Taramundi. Ambos trabajaron como siempre se hizo, el hijo centrado en los cuchillos y su padre, en las tijeras. Sólo ha cambiado una cosa: desde 1991 emplean acero inoxidable en sus piezas.
Taramundi cuenta con una sociedad mixta de cuchillería que hace posible que todos los artesanos puedan adherirse a ella para contar con un trabajo fijo y estable. Sin embargo, los dos Antonio Díaz, padre e hijo, han preferido mantenerse al margen y continuar con su pequeño taller, como vienen haciendo desde hace unos treinta años. Antonio Díaz junior aclara que contaban con un taller que trabajaba bien y que, por tanto, no les interesaba ese tipo de trabajo, aunque las ocho horas de jornada para ellos se veían incluso dobladas.
Es decir, que a Antonio Díaz junior le parecía más rentable trabajar con su padre, y mientras él se dedicaba a las navajas, su padre fabricaba tijeras. Cada uno de ellos elaboraba cada día una docena de piezas, sometiéndose a un horario rígido de doce horas de trabajo. Es verdad que el padre se había convertido en casi el único fabricante de tijeras de Asturias y Galicia, autonomía esta última de la que atendían todos los pedidos, siendo sus dos especialidades las tijeras que se utilizan para cortar el pulpo y las de esquilar a las ovejas.
Tiene esta industria familiar la peculiaridad de que su artesanía está vendida de antemano. Y cómo será que entre septiembre y diciembre no suministran nada a los comercios, ya que los pedidos de los particulares son cada vez mayores. Ello se debe a que durante el verano reciben en su taller en torno a 200 visitantes al día, lo que obliga a que el hijo tenga que trabajar mientras el padre atiende a los turistas explicándoles los secretos de su actividad. Precisamente, son esos visitantes quienes no sólo agotan todo lo que fabrican sino que, incluso, dejan encargos para que les sean remitidos a su domicilio contra reembolso. Con la particularidad de que todo lo que se vende de esta forma es un utensilio personalizado con el nombre de su destinatario.
Antonio Díaz padre fue el primero en Taramundi que incorporó el acero inoxidable a sus piezas. Dice que experimentó con el acero en abril de 1991 al comprobar que la gente se quejaba de que el cuchillo comprado el año anterior se le había estropeado por el óxido. Así que comenzó a recurrir al acero inoxidable, que ha venido a fortalecer la calidad de la industria, puesto que ningún comprador ha vuelto a quejarse.
Según Antonio Díaz padre, la buena acogida de sus piezas se debe a que cuentan con un forjado artesanal como el de toda la vida, mostrándose convencido de que el forjado supone el 90% de la calidad. Añade que el acero es poroso y que al macetarlo con el martillo cierra el poro y queda compacto. Luego les da un temple suave en agua o en aceite que facilite su afilado en el futuro.
Los artesanos realizan por encargo especial cuchillos con incrustaciones de plata, oro o marfil. Un verdadero tesoro que cobra mayor valor añadido cuando la materia prima se pule en buenas manos.